¿Sabes lo que realmente hay en tu tampón? Estudio hizo descubrimiento desastroso
Durante mucho tiempo, los tampones han sido una parte integral de la vida de las mujeres y personas menstruantes. Sin embargo, recientemente, se ha descubierto que estos productos podrían contener sustancias químicas y metales pesados peligrosos que ponen en riesgo nuestra salud.
Un estudio reciente publicado en la revista Environment International ha revelado un hallazgo alarmante: los tampones, incluyendo algunos de marcas orgánicas, pueden contener cantidades preocupantes de metales pesados como plomo y arsénico.
La investigación, liderada por Jenni A. Shearston de la Universidad de Berkeley, analizó 30 tampones de 14 marcas diferentes vendidos en Estados Unidos, Europa y Reino Unido. Los resultados mostraron que, en promedio, los tampones contenían 100 nanogramos por gramo de plomo, y 2 nanogramos por gramo de arsénico.
Sorprendentemente, los investigadores encontraron que los tampones no orgánicos tenían niveles más altos de plomo, mientras que los tampones orgánicos presentaban mayores concentraciones de arsénico. Estos niveles son significativamente superiores a los límites permitidos para el agua potable.
Preocupación por los efectos en la salud
Estos hallazgos son sumamente preocupantes, ya que no existe un nivel seguro de exposición al plomo, el cual puede causar problemas neurológicos, deterioro cognitivo y afectar la salud reproductiva. Por su parte, el arsénico es un conocido carcinógeno que se ha relacionado con enfermedades cardiovasculares y problemas de piel.
Valentina Milanova, experta en salud ginecológica y fundadora de la empresa Daye, advierte que «el tejido vaginal es muy absorbente, lo que significa que estos metales tóxicos podrían entrar directamente en el torrente sanguíneo, eludiendo los sistemas naturales de filtración del organismo».
Otras sustancias químicas preocupantes en los productos menstruales
Lamentablemente, los metales pesados no son los únicos contaminantes que se han encontrado en los productos menstruales. Investigaciones anteriores han revelado la presencia de otras sustancias químicas potencialmente dañinas.
Ftalatos y PFAS en compresas y protectores diarios
Un análisis realizado por los grupos de defensa Mamavation y Environmental Health News, en colaboración con el Instituto de Ciencias Verdes de la Universidad Carnegie Mellon, encontró que el 48% de las toallas sanitarias, compresas y protectores diarios analizados contenían sustancias per y polifluoroalquiladas (PFAS), conocidas como «químicos permanentes».
Además, se han detectado ftalatos, un tipo de plastificante, en estos mismos productos. Tanto los ftalatos como los PFAS se han relacionado con problemas reproductivos, desarrollo sexual alterado y niveles anormales de hormonas.
Según la experta en salud global y comunitaria Anna Pollack, de la Universidad George Mason, «lo que más me preocupa son los productos menstruales que se usan dentro del cuerpo», ya que el tejido vaginal es más permeable que otras partes del cuerpo, lo que facilita la absorción de estas sustancias químicas.
Los estudios han encontrado vínculos entre la exposición a estos contaminantes y problemas como la menarquia temprana en adolescentes, así como una menor respuesta a las vacunas y un mayor riesgo de cáncer de riñón en adultos.
Recomendaciones para un uso más seguro de los productos menstruales
Ante estos preocupantes hallazgos, es importante tomar algunas medidas para minimizar los riesgos asociados al uso de tampones y otros productos menstruales.
Cambiar los tampones con mayor frecuencia
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) recomienda no usar tampones durante la noche ni por más de ocho horas seguidas, ya que esto aumenta el riesgo de síndrome de shock tóxico, una infección bacteriana potencialmente mortal.
Además, se aconseja utilizar el tampón de menor absorción posible y lavarse las manos antes y después de su inserción o extracción, para reducir la propagación de bacterias.
Considerar alternativas más seguras y sustentables
Ante la preocupación por los contaminantes presentes en los productos menstruales convencionales, algunas personas han optado por alternativas más seguras y ecológicas, como las copas menstruales, las bragas absorbentes y los discos menstruales.
Estos productos, si bien requieren un mayor aprendizaje y adaptación inicial, pueden ser una opción más saludable y sustentable a largo plazo, evitando la exposición a metales pesados y sustancias químicas peligrosas.
Necesidad de más investigación y regulación
A pesar de estos hallazgos alarmantes, aún quedan muchas interrogantes por resolver. Los expertos coinciden en que se necesitan más estudios para determinar si los metales y sustancias químicas presentes en los productos menstruales pueden ser absorbidos por el cuerpo y cuáles serían sus efectos a largo plazo.
Asimismo, consideran fundamental que las autoridades sanitarias y los fabricantes de estos productos tomen medidas más estrictas para garantizar la seguridad de los consumidores.
Jenni Shearston, autora principal del estudio sobre metales pesados en tampones, señala que «a pesar de este gran potencial de preocupación para la salud pública, se han realizado muy pocas investigaciones para medir las sustancias químicas presentes en los tampones».
En este sentido, la experta Valentina Milanova hace un llamado a la acción: «El hecho de que se detectaran metales tóxicos en todas las muestras analizadas de diversas marcas pone de manifiesto un problema sistémico en el sector que exige atención inmediata».
Transparencia y mejoras en la composición de los productos
Tanto los organismos reguladores como los fabricantes de productos menstruales tienen la responsabilidad de garantizar la seguridad y la transparencia en la composición de estos artículos.
En Francia, por ejemplo, a partir de abril de 2024, los fabricantes de tampones tendrán la obligación de mencionar la totalidad de los componentes de sus productos. Este tipo de medidas deben replicarse a nivel global para brindar a las personas menstruantes información completa y confiable.
Además, los fabricantes deben trabajar en reformular sus productos, eliminando por completo la presencia de metales pesados, ftalatos, PFAS y otras sustancias químicas peligrosas, para ofrecer alternativas verdaderamente seguras y saludables.
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